Una variada fortuna, 2da parte

Francisco Sguera

Una variada fortuna, 2da parte

En un reportaje publicado por un periódico de San Petersburgo, manifiesta su convicción de que junto a Glazunov y Arensky, Rachmaninov es una de las promesas de la nueva música rusa. Más aún, desea dirigir personalmente el Poema sinfónico La roca durante su próxima gira de conciertos. Pero a fines de 1893, el día después de la primera ejecución de su Sinfonía Patética, muere Tchaikovsky. Rachmaninov, acongojado por la pérdida de su amigo y protector, rápidamente compone el Trío elegíaco op. 9, una de sus pocas creaciones en el ámbito de la música de cámara. Es esta una página de sentimentalismo trágico y exuberante que recuerda el Trío op. 50 compuesto por Tchaikovsky en ocasión de la muerte de Nikolai Rubinstein.

A fines de 1894 las dificultades económicas, a pesar de la ayuda del editor Gutheil, se tornan apremiantes; Rachmaninov se ve obligado a aceptar el cargo de maestro de piano en un colegio para niñas de Moscú. Es una labor que no se aviene a su temperamento y no le proporciona la menor satisfacción. Poco después un empresario lo ocupa como pianista acompañante de una artista italiana entonces en gira por Rusia, la violinista Teresa Tua. Pero este trabajo provisorio es tedioso y Rachmaninov se dirige precipitadamente a Moscú donde le aguarda una labor que mucho le interesa, su Primera Sinfonía. Dedica todas sus energías y todo su entusiasmo a esta obra orquestal que considera muy importante: meta definitiva después de la experiencia del anterior Poema sinfónico

La roca y del Capricho bohemio op. 12 de 1894.

Apoyado por algún amigo influyente logra introducir la obra en el programa de los «Conciertos sinfónicos de música rusa» organizados por Beljaev en San Petersburgo.

La primera ejecución tiene lugar el 15 de marzo de 1897, dirigida por Glazunov y su fracaso sume al joven en la desesperación más profunda, en un estado de abatimiento tan grave que ni refugiándose en el alcohol consigue superar. El doctor Nicolás Dahl, médico psicoanalista, que lo trata, logra decisivos resultados por medio de la hipnosis.

De enero a abril de 1900, Rachmaninov se somete diariamente a un tratamiento intensivo, a un auténtico bombardeo de fe. «Debes escribir un Concierto… debes entregarte al trabajo sin esfuerzo… el Concierto debe resultar óptimo», repite el médico al enfermo mientras lo hipnotiza. La composición exactamente el célebre Segundo Concierto- surge perfecta, resplandeciente, espontánea y vivaz con la ayuda de la mayéutica del médico musicómano a quien está dedicada. La crisis depresiva ha sido superada. La brillante página musical lo demuestra. 

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