Un pequeño homenaje para el maestro Fleury

Un pequeño homenaje para el maestro Fleury

Abel Fleury nació el 5 de abril de 1903 en Dolores, provincia de Buenos Aires. Allí bebió el espíritu de la música sureña, que lo acompañó toda la vida y por lo que se le recordará siempre, aunque pocos son los que conocen el refinamiento artístico de este eximio ejecutante.

Sus preferencias musicales se afincaron en Bach y Mozart, a tal punto que logró adaptaciones de clave a guitarra de las partituras originales de Juan Sebastián Bach.

En cuanto a su formación escolar se cree que no completó los estudios primarios, pero es un ejemplo su conducta y necesidad de crecimiento espiritual: como autodidacta desarrolló la lectura de tratados filosóficos y frecuentó textos que le valieron un basamento cultural nada común en su medio. 

Ahondó además los estudios musicales e invirtió parte de su vida en el desarrollo de estrategias y técnicas del juego de ajedrez: a tal punto que, en 1932, llegó a obtener el campeonato juvenil de Buenos Aires.

Su aspecto de intelectual, con el pelo cano desde muy joven, cierto desorden y desatención en su vida cotidiana, sumado al perfecto dominio del portugués y el francés lo situaron en un marco tan generoso en conocimientos como distintivo de su personalidad.

Anduvo por América mucho tiempo y conoció exigentes medios y escenarios. Se trasladó por casi todo el territorio brasileño. Viajó a Europa, donde vivió durante todo el año 1952, sostenido exclusivamente por sus ingresos como músico: en España, el Instituto de Cultura Hispánica auspició sus conciertos, que lo llevaron de Andalucía a Barcelona.

El mencionado Escuadrón de guitarras, sus actuaciones en radio y los ciclos junto al popular Fernando Ochoa le otorgaron gran fama en nuestro medio, aunque el público seguía sin descubrir el apego y las virtudes de este gran artista ejecutante de música clásica.

Las composiciones de Fleury manifiestan en un todo esa frecuentación con el arte más depurado. En 1927 escribió «Estilo pampeano», página recurrente de los ejecutantes modernos y que forma parte de las materias curriculares de varios conservatorios del mundo.

Quizás haya sido por su origen en tierra de payadores y paisanos, y por la mimetización con

los personajes y con la extensión verde de las pampas, que pudo traducir con tanta fidelidad los sentires regionales.

En 1926 compuso «Milongueo del ayer», al que pueden agregarse aires diversos: «Trinos y alas» (chacarera), «Tonada», «Chamarrita», y un tango que alcanzó notoriedad en versiones como las de Libertad Lamarque, Ignacio Corsini y Azucena Maizani: «Brindis de sangre», con letra de Yamandú Rodríguez. El maestro Abel Fleury falleció el 9 de agosto de 1958.

Con él desapareció una vida dedicada a la alta musicalidad, que enriqueció el paisaje artístico pampeano insertándose en niveles de jerarquía. Sin embargo, en él perviven centenares de músicos, algunos antes citados, que conforman una variadísima oferta.

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