“Un Americano en París”

Francisco Sguera

“Un Americano en París”

Los ejemplos más logrados de la experiencia sinfónica de Gershwin —además de Porgy and Bess— son la Rapsodia «in Blue» Un americano en París y el Concierto en fa. Son obras frescas y espontáneas, ricas en intuiciones y soluciones brillantes, plenas de ingenua emoción y de genuino humor. Es ciertamente empresa fácil descubrir, también en estas dos obras, la debilidad intrínseca de la implantación formal y sobre todo la continua tendencia —controlada aunque más frecuentemente incontrolada— a lo fragmentario y antológico. Es igualmente fácil reconocer en los resultados de la exuberancia y del entusiasmo, las profundas y muy serias (aunque a veces inconscientes) razones expresivas de semejante dialéctica que a la prevista exactitud de la lógica prefiere en seguida la referencia inteligente, la nota sentimental, el comentario brillante. Puesto que la lógica de Gershwin responde a exigencias narrativas más que constructivas, su relato puede entonces permitirse todas las pausas y las desviaciones de un ameno discurrir casi familiar.

En Un americano en París, por ejemplo, se descubren de inmediato los dos temas fundamentales de la narración: el encanto repentino del descubrimiento de París y el recuerdo sutil y melancólico de la casa lejana en los Estados Unidos. Y estos dos pequeños temas se alternan y superponen en el transcurso del relato musical, vencedor ya uno, ya otro en esta fácil batalla de simples sentimientos. En esta inteligencia nadie podrá desconocer el violento efecto expresivo de aquel motivo de Blues que, casi de repente, supera la machiche y el fragor de cien bocinas y lleva al recuerdo de la patria lejana al muchacho estadounidense que recorre, admirado y asombrado, , los brillantes bulevares de París. La suya es en realidad una intención de rebeldía hacia la tierra del Ford y del efficiency rush pero el signo de la complacencia «intelectualista» es inmediatamente evidente. Sin embargo se podría afirmar que precisamente en esta concepción esencialmente optimista, en esta emoción falsamente sentimental, en estas presuntuosas ingenuidades que saben remotamente a souvenirs de papel satinado, de fotografías picarescas compradas en Pigalle y de torres Eiffel de plomo dorado todo fundido con el gesto anárquico, la palabra rebelde y un toque de bohemia reside el primer significado de Gershwin y su valor positivo más allá de testimonio costumbrista contenido en su música y en su «americanismo».

En cuanto al Concierto en fa para piano y orquesta se trata, sin duda, de la composición más ambiciosa intentada por Gershwin, sobre todo por la dificultad de adecuar el breve aliento de sus ideas musicales a las complejas proporciones de la clásica forma del siglo XIX. Es casi obvio observar que el intento no es del todo logrado pero la fantasía rítmica del compositor y el inspirado brotar de continuas creaciones temáticas son elementos más que suficientes para hacer plenamente grata la audición de esta amplia página.

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