Sinfonía Nº3, op 78. ENRIQUE VIII

Retrato de Camille Saint-Saëns, compositor francés del siglo XIX

Sinfonía Nº3, op 78. ENRIQUE VIII

Un niño prodigio 

El apellido de uno de los más ilustres compositores franceses de la segunda parte del siglo XIX, saint-Saens, de origen en una pequeña ciudad del Sena inferior donde, desde el siglo VII, existía un monasterio dirigido por un joven irlandés llamado Domus En los alrededores de este monasterio merovingio surgió luego un castillo y un centro urbano que, en homenaje al fundador canonizado, Sanctus Sidonias, recibió el nombre francés de Saint-Saens. En la Edad Media existían marqueses que llevaban este nombre más característico la Revolución Francesa. sa, el topónimo paso a un grupo de familias de las cuales algunas se establecieron en la región de Dioppe. Entonces Víctor Saint-Saens, padre del compositor con el fin de distinguir la rama de su familia, adoptó una diéresis sobre la ´´e´´ de Saenz, cuando se ubicó en París, hacia 1830

Cuatro años más tarde Victor contrajo matrimonio con Clemence Collin, joven de la Champagne que vivía en París junto a unos parientes libreros del barrio latino El O de octubre de 1835 nació. Charles Camille Saint-Saens, muy pronto huérfano de padres en afecto. Victor, escritor teatral, murió enfermo de tisis el 30 de diciembre.

Camille pasó sus dos primeros años en el campo en Wassy, pueblo de origen de su madre donde el músico transcurren luego sus vacaciones hasta los doce años de edad Esmeradamente educado por su madre y una tía abuela, Charlotte Masson n. a la que llamaba cariñosamente use. conde maman. El niño demostró desde su infancia una clara inclinación musical con una precocidad que recuerda y tal vez aventaja a la de Mozart a los cuatro años tocaba va breves trozos para piano; a los diaco, ejecutaba obras pianísticas de Mozart y de Haydn y comenzaba a componer algún Vals y una Romanza vocal dedicada a la hija del pintor Granger, discípulo de Ingres Camille dedicó a este gran artista, 1842 un pequeño 1 dagra recibiendo en cambio un medallón .con la oficie de Mozart y la siguiente dedicatoria mi joven amigo, M Saint-Sacas, valioso intérprete del divino artista.

Poco antes el niño prodigio había realizado su primer concierto público en el salón Violet con el violinista belga Bessems.

A poco de iniciar los estudios elementales. Camille se interesó por la literatura y las ciencias en sus más diversos campos desde la física y la botánica, hasta la astronomía con una sed de saber que lo acompañó más tarde en los diversos viales realizados en la madurez a través de Asia, África y el Nuevo Mundo, durante los que recogía conchillas fósiles, observaba los fenómenos naturales, esbozaba mapas de las constelaciones australes, lamentando siempre el no haber ahondado en las matemáticas para escribir un tratado de teoría musical.

Pasados apenas los siete años, el 13 de marzo de 1843, las «dos madres» confiaron el pequeño músico a las lecciones de piano del mejor alumno de Kalkbrenner, Camille Stamaty, quien después de escucharlo aseguro que sólo él lo podía perfeccionar enviándolo a estudiar armonía y composición con Pierre Maleden.

Desde ese momento el niño dejó de componer para entregarse de lleno al estudio. Stamaty, impresionado ante los progresos de Camille, presentó al niño en un concierto público que tuvo lugar el 6 de mayo de 1846 en la Salle Pleyel. El programa comprendía un Concierto para piano y orquesta de Mozart, un Ara variada y una Fuga de Haendel, una Tocata de Kalkbrenner una Sonata de Hummel, un Preludio y Fuga de Bach y un Concierto para piano y orquesta de Beethoven, acompañado por la orquesta del Theâtre des Italiens dirigida por Tilmant. El éxito de este concierto * monstruo? Fue enorme. Así lo refieren los diarios de la época (La Gazette Musicale, L’Illustration) que elogiaron el glorioso exordio de este cúmulo de Mozart. Durante el invierno de 1846, Stamaty, que por razones de salud debió trasladarse a Italia, aconsejó a su dilecto discípulo el estudio del órgano con «père Benoist» Luego de varios conciertos públicos (entre otros el organizado por Scribe el 3 de mayo de 1849 a beneficio de los pobres, en el que Camille ejecutó las Variaciones en do menor de Beethoven y escuchó por primera vez a la célebre cantante Pauline Viardot, de quien luego fue pianista acompañante), el joven músico ingresó al Conservatorio de París donde asistió al curso de órgano de Benoist y luego de haber ganado el concurso de 1851, el año en que comenzó a frecuentar la clase de composición de Halévy.

Entre tanto, Camille había retornado a la composición de obras que a menudo permanecen incompletas pues advertía. Una de sus obras terminadas lue la Sinfonía en la mayor (1850-1851), además de Arias de cámara y proyectos de Cantatas con miras al Prix de Rome. Este famoso premio, instituido por la Academia de París (una de las secciones del Instituto de Francia), estaba destinado desde 1803, por concurso anual, a jóvenes compositores, pintores, escultores y arquitectos. Lo habían logrado Herold (1812), Halevy (1819), Berlioz(1830). Thomas (1832) Gounod (1839) y Bazin (1840): posteriormente también Bizet (1857)

Massenet (1863). Pierné (1882) y Debussy (1884) fueron acreedores a él Saint-Saens fue entonces uno de los pocos grandes músicos franceses que no logró el codiciado galardón, desplazado en 1852 por Léonce Cohen, su condiscípulo de la clase de órgano que no pasó de ser un mediocre operista. Poco después Saint-Saens presentó su Ode a Sante Cecile al concurso de la Sociedad de Santa Cecilia. El jurado constituido por Halevy, Adam, Gounod y otros, el 5 de diciembre de 1852 asignó el primer premio a la Ocde que fue ejecutada con éxito el 26 de diciembre próximo. Esto significó una compensación por su fracaso precedente.

Es la época de su encuentro con Liszt, músico del que conocía ciertos poemas sinfónicos que más tarde tomaría como modelos. Camille lo consideraba un genio; se había forjado una imagen casi sobrehumana del gran pianista húngaro. A propósito de esto, después de un encuentro en la oficina del editor Seghers, Saint-Saens escribió: Los sueños de mi imaginación juvenil no eran más que prosa ante el poema dionisíaco evocado por sus dedos sobrenaturales. Lo vería a menudo, iniciando un precioso intercambio epistolar tendiente a vencer la indiferencia del público francés por la música orquestal, por su parte, Liszt le solicitó la Composición de la que sería la más famosa obra teatral de Saint-Saèns, Sansón Dalila, y la hizo estrenar en Wermar en 1877 cuando ningún teatro francés había querido representarla. 

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