Los primeros pasos del género: Chamamé 3ra parte

Los primeros pasos del género: Chamamé 3ra parte

«Sinfónicas» …chiquititas

No es reiterativo aludir, en ocasiones, a los rectores de un movimiento tan espléndido como el de proyección folklórica, haciendo la salvedad del probable error involuntario u omisión sin intenciones.

Cierto es que no sería posible la consagración de algunos, sin los otros.

Es decir, son un puñado los que logran el conit, a veces engarzados con autores, instrumentistas y compositores que, al brindar su aporte, se convierten en engranajes básicos para aquella popularización, pero son unos pocos a menudo sace de los que brillan más fuertemente en las marquesinas.

En otros términos, este preámbulo es un reparo para salvar de la nómina que a continuación se ofrece a muchos extraordinarios creadores que sólo a los objetivos del presente repaso privilegia un puñado.

Y ellos son Ernesto Montiel, Tránsito Cocomarola, Isaco Ahithol y Tarragó Rom nombres propios, cabecera de grupos o conjuntos que significan para el chamamé-genérico aplicado a la música mesopotámica el gran lastre de la trascendencia, la difusión de su obra y, también, el posicionamiento discografias. Merecimientos de sobra existirían también para

muchos otros más, contemporáneos u originarios.

Por nombrar sólo algunos: Los Hermanos Cardozo, Roberto Galarza, Los Hermanos Cena, Avelino Flores, Raúl Barboza, Rosendo y Ofelia, Los Hermanos Barrios, Los de Imaguaré, Renacer, Blas Martínez Riera, Antonio Niz, Brígido González, Catalino Verón, Antonio Tarragó Ros, Las Hermanas Vera, Rudy y Niní Flores, Verón-Palacios, María Ofelia, Los Hermanos Sena, Ramona Galarza, Teresa Parodi, Ubeda-Chávez, Paquito Aranda, Chango Spasiuk, Damasio Esquivel, Carlos Talavera y, tal vez, decenas o centenares más que no cerrarán el vastísimo espectro poblado de matices y singularidades, sobre todo considerando los orígenes, los desprendimientos y las fusiones que multiplicaron -lo seguirán haciendo- indefinidamente las notables y virtuosas sinfónicas pequeñas recreación cariñosa, símil conjunto-. 

Don Ernesto (Montiel), correntino, de Palmar Grande, nació en 1916 y vivió 59 años.

En realidad la continuidad del extraordinario Cuarteto Santa Ana se ha prolongado, hasta la fecha en las ideas ajustadas al original de Carlos Talavera responsable de la historia nacida en 1942 (¿1943), la época en que Ernesto e Isaco (Abitbol) dan origen al conjunto.

Desde niño, Ernesto Montiel ha sido un apegado a la música.

Existen constancias de que tuvo nociones de acordeón heredadas de su mamá quien, paradójicamente, no alentó esta vocación.

Muy por el contrario, algunos biógrafos mencionan una prohibición expresa de sus padres respecto a la práctica musical, lo que llevó al incipiente artista a recibir conocimientos del «dos hileras» casi a escondidas, al tiempo que los bailes y las reuniones le iban templando el espíritu creativo.

A los 21 años (1937), y ya comprometido definitivamente con su destino, integra el grupo del legendario Emilio Chamorro, lo que le facilitó la posibilidad de los primeros ejercicios de la actividad profesional.

En el barrio de La Boca-como vimos antes-ya estaba en ebullición la grey chamamecera que, entre otras salas y «pistas», actuaba en el Teatro Verdi, por donde pasó aquel conjunto.

El joven Ernesto pasaría luego por Los Hijos de Corrientes, la nueva integración que se convirtió en el antecedente inmediato a la gestación del legendario cuarteto.

Corrían por entonces años de radio, único medio de comunicación masivo con acceso.

Y son las radios Porteña, Belgrano y El Mundo en ese orden-, quienes los incluyen como artistas, siendo LR1 El Mundo la que celebra en el año 1950 un contrato de exclusividad para su mentada Cadena Azul y Blanca de Emisoras Argentinas.

Las grabaciones y la gran producción propia de canciones van despegando a Ernesto Montiel de muchos otros artistas, a tal punto que aquel correntino oriundo de Palmar Grande logra un «Disco de Oro», por ventas locales y extranjeras, y un «Gigante», que refuerza los méritos comerciales.

A lo largo de su prolífica carrera, Montiel ha compuesto un centenar, o más, de obras, siendo las más célebres, entre las instrumentales, «La ratonera», «El rancho solo» y «Seis tiros». Conjuntamente con Osvaldo Sosa Cordero crearon «Bracero de mi tierra».

Y con Oscar Valles, «A mi querida Santa Ana».»Estancia San Blas», con Emilio Chamorro.

Y «Padrino Tito», entre muchos grandes éxitos, con Isaco Abitbol.

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