«La Mandolina», un instrumento popular

Francisco Sguera

«La Mandolina», un instrumento popular

La historia de la mandolina sigue el destino de otros instrumentos, a menudo limitados injustamente al papel casi exclusivo de instrumentos populares. Las dificultades que sus mismas características sonoras ofrecen a la introducción de la mandolina en un conjunto orquestal de tipo romántico han determinado el uso limitado a cuadros de carácter colorista en el interior de composiciones mucho más amplias.

Por su forma, el instrumento recuerda al laúd del que parece descender: sus cuerdas dobles son prácticamente el hilo conductor que enlaza a la mandolina con su progenitor de mayores dimensiones. Además, su mismo nacimiento a principio del siglo XVIII o a fines del anterior, corresponde a la época en que el laúd —de diversas formas y afinaciones— llegó a su propia declinación al preferirse en Italia la tiorba y la familia de los archi laudes para la ejecución del bajo continuo y precisamente por la mandolina que en su registro agudo era usada eficazmente como instrumento melódico.

Pero un sonido más próximo al del laúd era el de la mandora que cumple entre los instrumentos de plectro el papel asignado, entre los arcos, a la viola. El registro grave estaba a cargo del mandoloncello, de sonido bastante más profundo. La reunión de todos los miembros de esta familia con instrumentos de sonido más cálido, como las guitarras, dio origen a la característica orquesta de plectros cuya historia se prolonga ininterrumpidamente hasta nuestros días aunque con una considerable caída de aceptación en las últimas décadas. El principal repertorio de esta orquesta está tomado de la música popular, sobre todo gracias a la intensa emotividad producida por la rápida repetición de los sonidos (tremolo) cuyo uso, prácticamente nulo en el siglo XVIII, llegó a ser esencial en el repertorio napolitano.

Sin embargo la mandolina no debe contemplarse sólo desde este enfoque: la mismas dificultades ofrecidas por un instrumento de cuerdas punteadas —que precisamente por esta característica no puede mantener sonidos largos— que en la música ligera han sido superadas por el tremolo, en la clásica, han dado origen a una técnica compositiva que se resolverá en frecuentes arpegios y escalas de típico alcance virtuosista sobre todo en los tiempos lentos.