En el siglo XVII la guitarra es denominada comúnmente guitarra espa nola;
Era un instrumento de cinco cuerdas, típicamente barroco por sus ricas decoraciones en marfil y nácar y su profuso taraceado. Los principales museos de instrumentos musicales conservan hermosos y exquisitos ejemplares.
La música para guitarra como para los otros instrumentos de cuerdas punteadas, se escribía con el sistema de la intavolatura (tablatura). Tal sistema de notación musical
usado desde el siglo XVI hasta el XVIII consistía en reproducir las cuerdas del instrumento por medio de una serie de líneas horizontales Con números tablaturas italianas y es
pañolas) o con letras minúsculas (tablaturas francesas) colocados en distintas maneras sobre las líneas, se indican los trastes que debían pisar los dedos de la mano izquierda. Encima de los números (o las letras) se indican también las figuras que establecen la duración de los sonidos La tablatura —caída en desuso en la música culta hacia fines del siglo XVIII— es usada todavía para cierto tipo de música popular. El centro de mavor producción de música para la guitarra española no es precisamente España, como podría suponerse, sino Italia. La pasión por este instrumento que cundió en la península en el siglo XVII alcanzó tal magnitud que, ya entonces, era un fenómeno habitual y de moda,
más que musical. Ello se debe a que la guitarra reúne a su alrededor aficiones masivas que, al elegir como símbolo, aseguran su éxito. El «éxito» del siglo XVII fue la Nuova invenzione
per suonare. La senza numere note, pequeño método fácil que el sacerdote y músico Girolamo Montesardo publicó en Florencia en 1606, Su originalidad consistía en la capacidad de sintetizar en pocos signos lo que un modesto aficionado podía aprender con buena voluntad en poco tiempo. Monte sardo estableció la correspondencia de las letras del alfabeto con precisos acordes posibles en la guitarra (A sol mayor B do mavor etcétera). Eliminadas las cinco líneas de la tablatura. sólo conservo una, sobre la que puso las letras (acordes) y pequeños trazos verticales que indican la dirección del arpegio ascendente o descendente. Así en siglo XVII como ahora podía ser guitarrista en veinticuatro horas? aprendiendo a tocar las áreas y las danzas más famosas de la época.
Este tipo de repertorio difundido sobre todo entres los sectores más populares, no podía alcanzar altos niveles artísticos pero resulta importantísimo para nuestro estudio sobre las danzas del siglo XVII Cabe además considerar que algunos valiosos ejecutantes, utilizando instrumentos construidos según los modelos antiguos. ofrecen estas composiciones al público de nuestros días en óptimas interpretaciones que revelan una gracia y un interés insospechado, La guitarra no tardó sin embargo, en rescatar su nobleza artística de todo un siglo de antigüedad merced a las obras de excelentes artistas, obras que pueden permanecer dignamente junto a todas las otras del repertorio instrumental.
Descollaron los guitarristas de Bolonia o los que pertenecieron a la «Escuela bolonesa» como Francesco Corbetta, Giovanni Batista Granata, Carlo Galvi, Domenico Pellegrini, así como Ludovico Roncalli de Ber. gamo. Aunque su ciudad estuviera geográficamente próxima a Milán y políticamente dentro del ámbito veneciano, Roncalli, que actuó probablemente en Bolonia, puede ser considerado como el más ilustre continuador de la escuela bolonesa. Es conocido, además, por su célebre Passacaglia (de la Suite en sol menor, 1692) que Ottorino Respishi transcribe para orquesta.
Fue también Francesco Corbetta uno de los primeros en alcanzar fama internacional con la guitarra. Después del éxito logrado en su pa-tria, Corbetta se trasladó a París posiblemente invitado por el cardenal Mazarino quien creyó que de ese modo prestaría distinción a las veleidades guitarristas de los cortesanos quienes a semejanza de su rey, Luis XIV, se habían dedicado al estudio de la guitarra. En Inglaterra en la corte de Carlos II. Corbetta recibió honores y generosas recompensas por sus aptitudes musicales.
Entre los muchos guitarristas famosos cabe recordar también al francés Robert De Visée y al español Gaspar Sanz. La música barroca dedicada a la guitarra abarca desde las formas de danza topográficamente anotadas a la manera de Montesardo (llamadas comúnmente guitarrilla) hasta las estructuradas en forma de Suite y ampliamente elaboradas en sentido melódico contrapuntístico de Roncalli, acusa la influencia del estilo popular en los compositores españoles en general o del naciente estilo melodramático del recitar cantando» en los compositores italianos, para llegar a las manifestaciones de música de cámara en Sonatas pre corellianas para uno o dos violines con bajo continuo y guitarra de Giovanni Battista Granata.


