Albeniz conocía poco Andalucia pero había viajado y visto demasiado durante su existencia, como para reconstruir dentro de sí una imagen precisa de su tierra, ciertamente en Ibema como escribe Federico Sopeña las auténticas danzas y canciones populares influyen en
mínima medida. Por el contrario, el compositor realiza una selección personal e imaginativa al tomar del melos sólo aquellos elementos que pueden estimular su fantasía y evocar el recuerdo de una España vista desde lejos pero halla para estos elementos el marco adecuado en una escritura típicamente francesa y europea.
Iberia, subdividida en cuatro cuadernos de tres partes cada uno, no fue concebida, sin embargo, como una verdadera Suite son doce composiciones pero habrían podido ser más si hubiera terminado los esbozos del último año, están reunidas en un tema común.
España, pero una España resueltamente distinta de aquélla de las composiciones preces dientes. La concreción del melos español visto desde el Texto francés o inglés deja lugar aquí a una creación melódica y rítmica totalmente reelaborada, casi perteneciente a una terra largamente soñada, más intuida que vista, Es el lenguaje de un artista que ha viajado mucho ha alternado con los mayores compositores franceses —de P. Dukas a Ravel, de Faure a Debussy—. y ahora vuelve a un coloquio más personal con el mundo de la propia infancia, visto con ojos de europeo.
Por ello y por su valor de testamento espiritual y artístico, Iberia no es una música fácil como lo son muchas de las hermosísimas páginas que la precedieron Sólo El puerto, Corpus Christi en Sevilla y Triana han alcanzado popularidad. la primera, por la ruda, incesante animación, la segunda, por la virtuosa imponencia; la tercera, por la gran sugestión rítmica de su pasodoble. Otras piezas de la serie tienen un lenguaje extremadamente más complejo, una sonoridad extremadamente más esfumada. En particular las tres piezas del tercer cuaderno (El Albaicín) El polo y La Aprés parecen documentar explícitamente la Voluntad del autor de no perder al fácil folklorismo. sino de reconstruir desde lo faremos la propia magón de españa.
Una idea may precisa de lo que pretendía evocar* Albéniz en los números de Iberia se desprende del primer fragmento (el cuaderno, N°. D finlado Evocación, de manera bastante genérica en el sentido de que no está precisada ninguna referencia española. Se trata de una página introductoria casi un preludio o mejor dicho, un sumario? de la serie entera se respira en ella una mágica atmósfera impresionista con imágenes esfumadas y tornasoladas, que podríamos referir a ciertos impulsos llamadas y tornasoladas: que podríamos relerio a crestos amparables versos de Verlaine que, sin embargo, tienen una incisiva realidad de palabras. En la parte central de Evocación en lugar de aparecer un mimo lejano, se hace presente un sonido más rítmico podemos percibir los ligamentos de una Jota aragonesa, casi escondida entre vapores bramas nebulosas, estrías de blancas nubes pero Aragón está lejana. Los Pirineos la ocultan al exiliado en Francia y es necesario que proceda de , memoria para reconstruirla, aun estando habituado a otros sometidos, a otros colores


