En las distintas épocas de la historia musical aun limitando la indagación al periodo que abarca desde el Renacimiento a nuestros días advertimos que la flauta ofrece a los compositores, como pocos instrus mentos de viento, amplias posibilidades expresivas desde la imitación de las voces y los fenómenos de la naturaleza (característica del Barroco) a la interpretación de los estados de ánimo y los sentimientos humanos.
Los tres Conciertos para flauta y arcos en sol mayor de Tartini, Platti y Galuppi, así como el de Boccherini, en re mayor destacan las cualidades técnicas y expresivas de la flauta, ya sea porque pertenecen al siglo XVIII, vale decir al siglo en el que se tuvo más aprecio por este instrumento o porque las cuatro obras constituyen un ejemplo de la amplia gama de posibilidades, desde el frívolo brillo de ciertos Finales al melancólico cantabile de los Adagi desde el alarde virtuosista en los Allegri a ciertos estremecimientos prerrománticos reconocibles en el Concierto de Boccherini. Muy poco se sabe sobre el músico veneciano Giovanni Benedetto Platti. La fecha de su nacimiento es incierta Se la ubica en la última década del siglo XVII, igualmente son escasas las noticias acerca de sus primeros años pero con certeza estudio con su padre, Carlos, violinista en la Capilla Ducal de San Marcos en Venecia, En 1722, probablemente después de algunos viajes à Alemania, Platti emigró junto con otros músicos italianos dirigidos por F Chelleri a la corte del príncipe-obispo de Bamberg y Würzburg. En 1723 se casó con la cantante alemana Maria Theresia Hambrucker, que actuaba en la misma corte. Además de hábil o ejecutante de varios instrumentos (flauta, oboe, violín, violonchelo y clave), se distinguió también como cantante y maestro de canto. Murió en Wurzburgo el 11 de enero de 1763.
En el inédito Concierto para flauta en sol mayor, G. B. Platti se muestra como un compositor preparado y de rica fantasía, empeñado en poner de relieve, en el primer movimiento y en el Fumale, el aristocrático virtuosismo de la flauta, mientras el Adagio central ofrece una expresiva melodía del solista sobre un acompañamiento del continuo* Aventurera y más conocida fue, en cambio, la vida de Giuseppe Tartini. Nacido en Pirano d’Istria el 8 de abril de 1692, fue destinado por su padre a la carrera eclesiástica, pero al llegar a Padua el joven prefirió los estudios de jurisprudencia y abrió una escuela pública de violín y esgrima. Abandonado el hábito talar a la muerte de su padre, en 1710, se casó con la violinista Elisabetta Pre Mazzone, según algunos, hija del cochero del cardenal Giorgio Cornaro, según otros, hija del propio prelado.
A causa de haber contraído matrimonio contra la voluntad paterna y tal vez debido al anterior estado eclesiástico de Tartini, la esposa fue recluida en un convento de Venecia. El músico deambula por varias ciudades hasta encontrar por fin hospitalidad en casa de un pariente, el padre G. B. Torre da Pirano, custodio del convento de San Francisco de Asis. Alli Tartini profundizó su preparación musical bajo la guía del padre B. Cernohorsky, maestro de capilla del convento. Al pasar a Ancona fue Violinista en el Teatro de Ópera y en 1716 regresó a Padua donde pudo reunirse con su esposa. A partir de 1721 ingresó como primer violín en la orquesta de la Basílica del Santo en Padua y allí permaneció hasta su muerte, salvo una breve permanencia en Praga (1723-1726). En 1728 fundó en la ciudad véneta una escuela de violín que atrajo a alumnos de todo el mundo. De espíritu extravagante, Tartini sintió atracción por el mundo de la magia y el ocultismo. Existe una leyenda, confirmada por él mismo, según la cual la Sonata en sol menor que se denominó el Trino del diablo* le fue inspirada en sueños por el demonio. Ya famoso como violinista, como didacta y teórico. La vida de Tartini se extinguió en Padua el 26 de febrero de 1770. El Concierto para flauta en sol mayor acusa en la parte solista menos audacia que la revelada por Tartini para el violín y la línea melódica es siempre expresiva aun en sus momentos de virtuosismo. El acompañamiento aparece un tanto convencional pero es notoria la escasa importancia que el músico atribuía al bajo continuo? «Todas mis Sonatas» escribió Algarotti en 1750 “están escritas con la parte del bajo per cerimonia… Yo las ejecuté sin bajo y esta es mi verdadera intención”.
Baldassarre Galuppi, apodado Buranello porque era natural de Burano, nació el 13 de octubre de 1706. Estudio con su padre, barbero y violinista teatral. En 1722 se inició como operista, y representó luego sus melodramas en Venecia, Turín y Londres. En 1748 fue designado vice maestro de capilla en San Marcos en Venecia llegando a primer maestro en 1762.
Su actividad en la ciudad de los canales justifica la clara matriz vivaldiana de su música instrumental, reconocible también en el Concierto para flauta en sol mayor sobre todo en su movimiento lento. Extendida su fama por Europa, Galuppi trabajó tres años en San Petersburgo como maestro de capilla de la corte y compositor teatral, con la obligación de presentar cada año en Venecia una nueva Misa para la noche de Navidad. De regreso a su patria en 1768, prosiguió su actividad en San Marcos hasta su muerte, ocurrida el 3 de enero de 1785.
Luigi Boccherini, nacido en Luca el 19 de febrero de 1743, hijo de un contrabajista, estudió violonchelo desde niño. A los trece años ya estaba en condiciones de tocar en la orquesta del teatro y a los dieciséis, inició su actividad de concertista. Después de permanecer un tiempo en Roma y en Viena regresó a Luca y en 1764 fue designado primer violonchelo de la orquesta local. En Florencia formó con Manfredi, Nardini y Cambini el primer cuarteto estable del que se tuvo noticia. Con Manfredi realizó una serie de conciertos entre 1768 y 1772 en París y en España. Se radicó entonces en tierra ibérica, donde en 1769 obtuvo el título de compositor y virtuoso de cámara del infante don Luis. Durante su permanencia en Madrid la suerte no siempre le fue favorable pues muchas veces cayó en desgracia en el ambiente de la corte. Murió en la miseria el 28 de mayo de 1805 en Madrid.
Su innata elegancia, unida fundamentalmente una vena melódica melancólica heredada de la Ópera italiana del siglo XVIII, caracteriza también al Concierto para flauta en re mayor que contrapone la briosa gracia de los movimientos alegres (con clara propensión del tercer tiempo a la danza) a la definida línea melódica del Andante, apoyada por un refinado tejido orquestal.


