
A su regreso a la patria en 1891, el éxito de Kullervo lo consagró pronto como el más eminente músico nacional y uno de los más inspirados artistas escandinavos a la par de Strindberg y Munch pero sobre todo junto a su compatriota el pintor Akseli Gallen Kallela que pertenecía a la corriente de Die Brücke de Dresde. En 1892 Sibelius (ya casado con Aino Jarnefelt, hermana del compositor Edvard Arnas) desempeñó un cargo docente de violín, teoría y composición en el Instituto de música de Helsinki, cargo que conservó hasta 1901 Asimismo, alentado por el director de orquesta Robert Kajanus, compuso otras obras inspiradas en el ciclo del Kalevala; así nació una serie de obras sinfónicas como el Poema En Saga (Una Saga, 1892) y el cisne de Tuonela (1893) que lo hicieron famoso, sobre todo en el extranjero. En 1897 un sueldo vitalicio acordado por el Estado le permitió dedicarse por completo a la composición de obras de compromiso e importantes como las primeras dos Sinfonías (la Segunda de las cuales fue realizada casi completamente en Italia, durante un prolongado descanso en Rapallo en 1902), la música de escena para Pelléas et Mélisande (1905) y para Kuolema (La muerte, 1903, que incluye el célebre Vals triste), el Concierto para violín y algunos Poemas sinfónicos, entre ellos Finlandia (1899), su más célebre obra de contenido patriótico concebida contra la supresión de las libertades civiles determinada por los rusos. Una gira de la orquesta filarmónica finlandesa propiciada por Kajanus llevó a Sibelius a Alemania, Bélgica, los Países Bajos y finalmente a París durante la Exposición de 1900, sometiendo su música a la consideración europea. En 1904, invitado por Busoni, dirigió su Primera Sinfonía en Berlín; en los años sucesivos, ya distinguido por el gran mundo musical, Sibelius conoció a Richard Strauss, entró en contacto con Gustav Mahler en Helsinki (1907) y con Claude Debussy en Londres (1909) durante una de sus frecuentes visitas a Inglaterra.
Pero ya en 1904, cuando no alcanzaba aún los cuarenta años, Sibelius decidió trasladarse a una casa de campo en Jarvenpaa (en los suburbios al norte de Helsinki) donde vivió siempre una existencia fecunda y tranquila, apenas interrumpida por algún viaje a través de Europa, casi indiferente a su fama creciente. Enfermo de un tumor en la garganta
(1907), la idea de una muerte inminente lo hizo aún más solitario y sombrío y las obras de ese período fueron adquiriendo valores más reflexivos y melancólicos. Caracteres expresivos que, menos acentuados, persistieron cuando, ya restablecido, se trasladó a los Estados Unidos (1914) donde dirigió sus obras, dio lecciones en el Conservatorio de Boston y recibió el doctorado Honoris causa de la Universidad de Yale. Pero no fueron sino excepciones; por lo regular Sibelius llevaba una vida de renunciamiento, ya que su actividad pronto fue abandonada, según relatan directos y autorizados testimonios como el de Gustav Mahler, llegado a Helsinki en noviembre de 1907. Allí Mahler recibió la hermosa sorpresa de encontrar una orquesta buena y disciplinada, lo que hace honor al director estable… Kajanus, que por otra parte goza de una gran fama en el mundo musical’*. Sibelius le había parecido una persona simpatiquísima como todos los finlandeses» pero ciertamente en las obras de este compositor *a quien se tiene en gran consideración no sólo aquí sino en el ambiente musical europeo» Mahler que en ese momento alcanzaba la cima de su evolución artística, también encontró los «habituales lugares comunes de mal gusto, cocinados en salsa nacional con ayuda de un determinado modo de instrumentar nórdico. Continuaba Mahler con su conocida animosidad e intransigencia; «pero además los genios nacionales son semejantes en todas partes. Lo propio ocurre en Rusia, Suiza y en Italia más que nunca. El juicio de Mahler, cinco años mayor que Sibelius y sin embargo infatigable, activo, juvenilmente pródigo, parece atacar la autoridad y severidad reverenciales de Sibelius. Autoridad y severidad procedentes tal vez del conocido modelo de precoz madurez (hasta física) exhibida por Brahms a los cuarenta años: imagen de autoridad que también se traslucía en el retrato imperturbable de Sibelius. Poco había durado aquella espesa cabellera que caía sobre su mirada


