Entre 1886 y 1887, vuelve a la Ópera con un tema de Najac y Burani, Le Roi malgré lui, representado por primera vez en la Opéra-Comique el 18 de mayo de 1887. Es posiblemente la Ópera más lograda de Chabrier, una partitura brillante, de rico colorido, casi un capdeville que debe mucho a Offenbach y a Lecoa pero que presenta una escritura elegante e inspirada, plena de evocaciones populares, a menudo cons truida sobre aquellos contrastes sentimentales la tierna melancolía de ciertos personajes femeninos. la bufonería del cómico Fritelli y la arrolladora vivacidad de la Fête polonaise que son característicos de Chabrier. La Fête polonaise alcanza vida propia por aquella gracia elegante a lo Johann Strauss, por la vivacidad a lo Offenbach pero sobre todo por aquel brillo de colores que sólo Chabnier podía concebir.
Poco después, en 1888, Chabrier crea otra composición original, la Joyeuse marche para orquesta. Un simple tema algo caricaturesco en parte por los curiosos desplazamientos rítmicos, es sometido a la más imprevisible aventura tímbrica con una orquestación riquísima en acier tos y combinaciones, realizados siempre sobre una comicidad que surge de la deformación grotesca de un tono austeramente pomposo La Joyeuse marche fue presentada por primera vez en Angers el 4 de noviembre de 1888 con la dirección del autor.
Su producción, que nunca fue mucha, ralea ulteriormente por la búsqueda constante de una perfección que puede parecer inconcebible en un autor tan fantástico y chispeante como Chabrier. En 1891 dedicó al piano una de sus mejores páginas, la Bourrée fantasque. Esta obra se basa sobre dos temas característicos, el primero abunda en notas repetidas, muy marcado, grotesco, el segundo, más líricamente expresivo cantable, construido sobre un ritmo sincopado.
Las más variadas combinaciones de estos elementos dan vida a una página brillante, a veces resueltamente hilarante por sus continuas referencias al mundo de variedades. El aspecto posiblemente más interesante está dado por su particular pianismo, tímbricamente muy colorido con empastes que hacen pensar continuamente en la caricatura de una pequeña orquesta. Poco después Chabrier vuelve a la Ópera con un tema inspirado en una leyenda de Goethe, Briseis, hermosa y sugestiva partitura que ha quedado inconclusa.
Luego de un viaje por Alemania donde asiste a la favorable acogida de sus obras y que termina con un peregrinaje a Bayreuth, la salud de Chabrier que empeora rápidamente, lo obliga a una inmovilidad casi absoluta. El músico puede, sin embargo, agregar alguna página a Briseis pero la muerte lo sorprende en París el 13 de diciembre de 1894.


