Pocos años después, en 1856, la familia se traslada nuevamente, la meta es entonces París donde Emmanuel finaliza su escuela media e ingresa a la Facultad de Derecho.
En la capital, Chabrier a los quince años, está por primera vez en contacto con la cultura musical oficial, con la enseñanza académica recibe lecciones de piano de Eduard Wolff, buen pianista que había sido amigo de Chopin, estudia composición con Emile Semet y Aristide Hignard (el primero, profesor en el Conservatorio y el segundo, gana. dor en. 1848 del Prix de Rome) y violín con Richard Hammer, Estas lecciones, que no fueron muchas convencen al joven de su deficiente formación musical y de que su preparación es fruto solamente del instinto, de la improvisación.
Pero Chabrier no puede inscribirse en el Conservatorio (en este momento no considera la música como una profesión) y además sus estudios en la Universidad le dejan poco tiempo para recibir regulares lecciones de música. Se dedica entonces sobre todo a leer las partituras de los grandes maestros procurando asimilar su magisterio con un proceso de análisis típico del autodidacto. Las composiciones de esta época, intentos de un aficionado rico en ambiciones pero desordenado y confuso, demuestran que el camino a recorrer es posiblemente demasiado largo para un joven de diecisiete años que desconoce aún los rudimentos. de la técnica
Cumplidos los estudios superiores el 20 de octubre de 1861 Chabrier se emplea en el Ministerio del Taterios uniola así aquella vida regular tranquila del asalariado que se prolongará durante casi veinte años, hasta que el sienta haber alcanzado su madurez de artista. Durante este lapso frecuenta algunos artistas parisienses; es recibido en el círculo de los parnasianos, reunidos en torno del editor Lemerre, del que participan Jean Richepin, José Maria de Heredia, Catulle Mendes, Edmond Rostand y Paul Verlaine.
Reproducimos algunas líneas del crítico René Martineau. *Sus conversaciones descabelladas, acompañadas de una vivaz gesticulación, su carcajada ruidosa fueron acogidas con simpatía en los ambientes artísticos y al ser la exuberancia el signo distintivo de su naturaleza, su bondad y su sensibilidad no podían expresarse sino rigurosamente El carácter de este genial artista era tal que no tenía freno en la discusión o en la fantasía donde no se agotaba su jovialidad y su verve.»
Chabrier entra asimismo en estrecha amistad con el pintor Eduard Mansi quien pinta dos de sus retratos y con los poetas Villiers de lIstes Adam y Paul Verlaine con quien el músico intenta su primera aventura en el campo de la Opereta Se trata de dos libretos que Chabrier pone en música sólo en pequeña parte, talados Fusch-tan. Kan y Vaucocharde hilo lero primer ensayo de carácter cómico que después de pocos años dará preciosos frutos
La muerte de sus padres la madre, el 7 de marzo de 1869 y el padre, siete días después y la guerra franco-prusiana de 1870 con el consiguiente traslado del Ministerio primero a Tours luego a Burdeos y a Versalles, quiebran en sus comienzos un nuevo proyecto de Ópera pero de tema serio inspirado en un héroe popular húngaro Jean Hunzade
De regreso a París escribe el frepam piezas para piano breve página dedicada a la esposa del pintor Manet, página en la que el músico demuestra por primera vez su madurez de artista inspiración, vivacidad y audacias técnicas unidas a una melodía de gran lirismo, apareciendo aquí y allá algún ardiente ritmo español. Corre el año 1873, el mismo
en que Chabrier, el 27 de diciembre contrajo enlace con Alice Dejean. Desde ese momento, por razones desconocidas, no escribió música durante cuatro años.
Leterrier y Van Loo, dos libretistas famosos en el ámbito de la Opereta; al escuchar una ejecución pianística de Chabrier, sorprendidos ante su comunicativa y brillante inspiración, le proponen de inmediato un tema de Opereta para ser representada en los Bouffes-Parisiens, teatro fundado por Jacques Offenbach. Chabrier, sin ninguna experiencia previa, acepta y en pocos meses escribe los tres actos de L’Etoile. La Opereta sube a escena el 28 de noviembre de 1877 con gran éxito. La composición agrada tanto al público como a los músicos el primero se divierte por el brío destellante de la creación los otros descubren en la obra una originalidad de escritura una individualidad de lenguaje que denotan al compositor genial.


