En París

En París


La situación musical en la capital francesa había cambiado notablemente con respecto a la época en que llegara Albeniz en 1894. Aquellos eran los años del Preludio a la siesta de un fauno que había iniciado el Impresionismo musical. Pero en 1907 cuando De Falla se instaló en París, el bussismo era ya una experiencia superada después del encuentro con Mallarmé, el Impresionismo se había consolidado con los Nocturnos y la Ópera Pelleas et Melisande pero se abrían nuevas perspectivas con las Images orquestales y El mar, por otra parte comenzaban a perfilarse el mundo personal y diferente de Ravel con las depuradas líneas angulosas de tendencia clásica del Gaspard de la nun y Sonate Comenzaba la época de la recuperación neoclásica, de la música inspira da no ya en el romántico sentimiento o en el vistoso Impresionismo sino en una más severa y abstracta realidad preexistente según una puesta al día de la sensibilidad que encontraba en Ravel so anifice más genial (con la ya citada Sonarme y Le tombeau de Couperin) y sería retomada por el último Debussy (las tres Sonatas) y después de la guerra, por Strawinsky. Indudablemente De Fallo, al integrarse en la cal tura parisiense, ya no tan joven por edad pero joven por su experiencia absorbió profundamente esta peculiar atmósfera especial apoderándose de ella en pocos años Típico exponente de esta sensibilidad es su nuevo uso del folklore español o sea aquel seguirlo como dice Reddle d’ Amico, «no a través de una participación instintiva directa como había sucedido por ejemplo.en Mussorgsky amo como objeto de una reflexión, casi como un contenido. Es curiosa, en efecto la evaluación del canto andaluz (el más característico y colorido de la tierra ibérica) en la música de De Falla predomina en las obras compuestas en Madrid y en París o sea, lejos de Andalucía y casi está del todo ausente en las pá ginas escritas después de su traslado a Granada, corazón de la antigua
región árabe.

Pero otros factores habían enriquecido la primera permanencia de siete años del músico en la capital francesa: ante todo la amistad con Dukas (refinado orquestador) y con Ravel por quien habría experimentado luego particular devoción y además haber escuchado dos temporadas de música rusa (cinco conciertos en 1907 y el Boris Godunov en 1908)
organizadas por Diaghilev quien hizo sentir de esta manera su fundamental presencia en el panorama de la música europea de comienzos del siglo XX. En contacto con este mundo, De Falla alcanzó gran dominio de la orquesta (que en vano habían tratado de lograr sus predecesores españoles, Albeniz y Granados) y comenzó a descubrirse a sí mismo Abandonado el colorismo español de las primeras composiciones, hizo su aparición en la escena de la música europea con las Cuatro piezas españolas para piano dedicadas no por casualidad a Albéniz; que en ese momento (1907-1908) estaba publicando los cuadernos de Iberia. En estas páginas se advierte aún la presencia de cierto brillante pianista influido por Albeniz, fundido con un determinado Impresionismo Debussy no. e claras trasparencias ravelianas pero algunas características resultan ya upicamente personales como en la Andaluza, exenta de la languidez de la homónima página de Granados y construida en cambio según una extraordinaria trasparencia de color y de ritmo. Estas obras fueron publicadas en 1909 por Durand y el año siguiente el editor Rouart-Lorallemprimo las Trozo melodies sobre poetas de T. Gautier En 1911 De Falla realizó un viaje a Londres con motivo de un concierto de música española realizado en ocasión de la coronación de Jorge V y en 1912 se dirigió a Milán en busca del editor Ricordi quien rechazó La bula breve pero le sugirió en cambio, la puesta en música del libreto para El genio alegre. comedia de los hermanos Álvarez Oum tero (posteriormente destinada a Puccini que lo rechazó). Pese a que por su índole afable y retraída. Dr Falla no deseaba aparecer como un
revolucionario par aquellos años ya se contaba entre los más famosos artistas dentro de la intensísima vida musical de París y en 1912 el editor Eschig adquiere La ordo breve (representada en la Opéra Comique de París el 31 de diciembre de 1913) así como Noches en los Jardines de Espond aún no terminada En vísperas de la guerra mundial, cuando se vio obligado a abandonar París, nacieron (1914) las Siete canciones populares españolas, una de las obras más significativas de los comienzos del siglo XX en Europa. Aquí el género popular no es concebido como algo burdo, interior, que debía ser restaurado y refinado sino como un canto orgullosamente primitivo, pleno de genuinas inflexiones. La opinión del músico en este sentido fue bien clara; En una canción popular el espíritu es más importante que la letra. El río, el modo y los intervalos melódicos son lo principal. Pero hay algo más, el acompañamiento rítmico y armónico es por lo menos tan importante como, la canción misma, por lo tanto, en esto es necesario inspirarse directamente en el pueblo De aquí el bosquejo del estilo que encontraremos en los dos célebres ballets posteriores en los que decían para siempre la imagen óleo gráfica de España.


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