Curt Sachs, el fundador de la organología moderna, ha escrito que el clarinete no hada sido inventado por nadie. Comúnmente se lo hace derivar de una transformación de un instrumento popular europeo utilizado en la Edad Media llamado chalumeau, pero el principio de un instrumento viejo con lengüeta siempre es antiguo.
El clarinete moderno es, en efecto, un instrumento de tubo cilíndrico abierto con boquilla provista de una lengüeta (pequeña lámina de caña) la cual, batiendo contra la parte posterior de la boquilla misma (lengüeta batiente) transforma las vibraciones de un tubo abierto en vibraciones propias de un tubo cerrado.
El clarinete que aparece en nuestras orquestas es de madera (experiencias en vidrio o en metal no dieron resultado) y pertenece entonces, por derecho, a la familia orquestal denominada «maderas» (flauta, oboe, corno inglés, clarinete, clarinete bajo, fagot y contrafagot).
Se compone de la boquilla (segmento de tubo con una parte derecha provista de una abertura casi rectangular donde apoya la lengüeta, fijada por un anillo metálico que le ciñe a la base de la boquilla; ésta termina con una parte seccionada), del barrilete (pequeño segmento de tubo que une la boquilla con el cuerpo del instrumento; la longitud de esta sección determina el sonido básico del instrumento mismo, concepto que aclararemos más adelante), de dos secciones de tubo que llevan los orificios y las llaves (el pulgar izquierdo acciona en la parte posterior el portavoz, para emitir la duodécima del sonido fundamental, mientras el pulgar derecho apoya sobre una pletina colocada detrás de la sección inferior para sostener el instrumento) y de la campana o pabellón que concluye el tubo en su extremo inferior.
Hemos citado algunos términos técnicos que podrían desorientar al lector no músico y los aclararemos de inmediato. El clarinete es un instrumento llamado transpositor. La longitud total de su tubo establecida por la dimensión del barrilote produce un sonido básico obtenido por la vibración de toda la columna de aire contenida en el tubo (orificios laterales completamente cerrados) que no es necesariamente un do. Antiguamente se usaban clarinete en si bemol y en la (el clarinete en do en las orquestas está en desuso pero persiste en las bandas). ¿Qué significa esto? Un instrumento de viento, de madera, contiene una columna de aire, que en este caso vibra por la acción del aliento del ejecutante sobre la lengüeta. Si el tubo es entero, sin orificios, tendrá un sonido correspondiente a la longitud de la columna de aire igual a la longitud del tubo. Si se practica un orificio sobre la pared se acortará la parte de columna de aire en vibración hasta el lugar en que se horadó el tubo y se producirá un sonido más agudo. Se puede entonces obtener una escala musical practicando una serie de orificios —colocados a determinadas distancias— que se abren alternadamente. Esta escala estará en la tonalidad básica del clarinete, en si bemol o en la, por ejemplo. Pero los dedos de las manos son diez; al excluir los pulgares que se colocan en la parte posterior, en la parte anterior se tendrán ocho dedos para abrir ocho orificios, entonces, con el sonido fundamental del tubo se pueden obtener nueve sonidos, por lo tanto una modesta extensión de instrumento. No es posible agregar otras aberturas para tapar con los dedos porque, si se mueven las manos, el aire sale por los orificios abandonados. De tal modo surge la necesidad de encontrar un sistema para ampliar la extensión que permite abrir y cerrar orificios lejanos sin abandonar los orificios principales. Esta posibilidad está dada por las llaves, que tienen la parte inicial de las palanquillas al alcance del dedo, con el fin de que accionen los extremos alejados. Alguna llave aparece en los instrumentos antiguos pero el perfeccionismo sistema moderno fue ideado por un flautista: Theobald Bohm, nacido en Munich, en 1794. Fue un famoso concertista que en un momento determinado se dedicó a la fabricación de flautas. Sus innovaciones fueron revolucionarias. Construyó la flauta de metal en reemplazo de la de madera y pensó en dotarla de un sistema de llaves que permitiera mayor extensión y agilidad de manejo. Corto un tubo que producía el do, un segundo para el do sostenido y así sucesivamente. Entonces tomó un tubo largo como el primero y aproximó los tubos que daban los otros sonidos practicó. Se encontró así con un tubo lleno de orificios. Aislados los ocho principales creó todo un sistema que permitía actuar sobre los orificios restantes aunque controlando siempre los orificios fundamentales. La eficacia de la invención hizo que las llaves de Theobald Bohm fueran adoptadas para todos los instrumentos de la familia de las maderas.
Hagamos ahora un poco de historia. La transformación del medieval chalumeau en el clarinete moderno se atribuye a Johann Christoph Denner, de Nuremberg. En su época el chalumeau se había desarrollado en una familia de varios miembros: sobra, contralto, tenor y bajo. Se trataba de reunir en un solo instrumento las características de los diferentes miembros.
En 1690 Denner construyó un instrumento con una llave para obtener el la y el si sucesivo. En 1720 el hijo de Denner, Jacob, aportó otros perfeccionamientos a las posiciones y dimensiones de los orificios agregando también una llave de palanca larga, Otras dos llaves fueron añadidas a mediados del siglo XVIII por Berthold Fritz de Braunschweig. Jean-Xavier Lefebvre aplicó la sexta entre 1798 y 1791 mientras Iván Muller, en 1810, aumentaba en siete llaves el sistema, modificando notablemente la estructura del instrumento. Pero en 1808, Jacques-Francois Simiot había colocado en el orificio posterior para el pulgar un pequeño cilindro que impide el paso de la saliva del tubo principal a ese orificio; finalmente, César Jansen, de París, ideé los pequeños cilindros metálicos que facilitaban el desplazamiento de la yema de los dedos de una llave a la otra.
Como se ve el clarinete iba alcanzando poco a poco su forma definitiva hasta que en 1839 Louis Auguste Buffet aplicó al instrumento los principios ideados por Bohm para la flauta, perfeccionando tal aplicación en 1842 pero el sistema de Bohm se aplicó íntegramente en los años siguientes y fue adoptado por Mollenhauer en 1867.
Omitiendo otros detalles, recordaremos que se fabricaron clarinetes en todas las tonalidades que se cambiaban según la tonalidad que se cambiaban según la tonalidad del trozo a ejecutar. Con el sistema Bohm que permite una mayor agilidad, las tonalidades se redujeron al clarinete en si bemol y al belon y al clarinete en la, de sonido más dulce.
El sonido del clrinete varía de color segun el registro. EN la zona grave es oscuro y hasta misterioso (recordemos el uso que hace Verdi al principio del segundo cuadro de Rigoletto para ambientar la noche en el callejón sin salida); en la zona central el sonido posee hermosa contabilidad (por ejemplo en La gruta de Fingal, de Mendelssohn) y en la zona aguda el sonido es vigoroso y penetrante. Ernesto Cavallini, milanés (1807-1874) fue un célebre clarinetista que desde 1852 se desempeñó durante quince años en la corte de San Petersburgo (después de haber estado en la Scala); ocupaba el primer atril cuando Verdi, en 1862, presentó en esa ciudad La forza del destino en la que abundan pasajes importantes para clarinete.
Para obtener la octava grave del clarinete común se han construido el clarinete bajo (como existe el clarinete piccolo para la octava superior) con sonido delicado y pastoso. En su conjunto presenta forma y se modela en S para llevar la boquilla. Fue construido por primera vez, en París en 1772, por Giles Lot quien lo denominó Basse-tube; recibió varias modificaciones adoptando la forma actual de pipa en 1836 por obra de Adolphe Sax, inventor del saxofón (que pertenece a la familia de los clarinetes) y es de forma semejante. Así construido. Meyerbeer lo usó por primera vez en la orquesta en 1836 para Los hugonotes.





