Entre los instrumentos de viento ninguno ostenta como el corno tan amplia y variada serie de nombres.
En efecto en cualquier diccionario de música aparecen muchas y hasta extravagantes o ambiguas acepciones: corneta, cornetto, cornón, corno di bassetto*, corno inglés, corno de noche, cornofón, etcétera. Algunas expresiones se refieren a registros urbanísticos (corno de gamuza, corno de noche, corno dulce), otras a instrumentos que no pertenecen a la familia de los cornos, como el corno inglés que es una especie de oboe contralto o el corno di bassetto*, antepasado del clarinete bajo. De las restantes denominaciones queda el cornetto (con su bajo llamado cornón) y la corneta (que es un tipo de trompeta) que se convirtió en uno de los principales instrumentos en las bandas musicales. Estos dos instrumentos representan, por así decir, el origen y la herencia espuria del corno al que los anglosajones llaman también «francés»* (french-horn) porque estaba construido en metal a diferencia del «‘inglés» que pertenece a las «maderas».
El corno, como indica su nombre, nos remite a antiquísimos modelos extraídos de cuernos de animales o colmillos de elefantes (este último traído de Bizancio, se denominaba «olifante»); en época histórica los sumerios construyeron cornos de metales preciosos, pero entre los ejemplares romanos aparecen los de bronce o cobre (y por ello explicaría la acepción «cuivre» con que los franceses definen a los metales en general) de forma cónica y semicircular, utilizados por el ejército ya sea en espectáculos o en ceremonias del culto (y fue exactamente bajo estos dos aspectos que el corno se difundió también entre los países extraeuropeos).
Puesto que la altura de los sonidos estaba determinada por la menor o mayor presión de los labios del ejecutante, se inventó la boquilla cóncava para regular mejor la emisión del aliento tal como si los labios, al presionar contra la boquilla, actuarán de lengüeta.
Antiguamente el corno podía tener orificios que variaba la altura de los sonidos: documentado ya en Persia en el siglo VIII a. C. este instrumento pasó a Bizancio y de allí a Europa donde dio origen al cornetto, tubo de madera ligeramente curvado, construido en distintas dimensiones y difundido sobre todo en Alemania a partir del Renacimiento como sustituto de la trompeta (Bach lo usa, en efecto, en algunas de sus Cantatas para sostener la melodía de Coral, pero ya antes éstos eran los instrumentos característicos de los músicos de las comunas y servían para ejecutar música para danza y Suites, asimismo en las obras de Giovanni Gabrieli la agrupación de los vientos implicaba cornetti y trombones, presentes también en los pasajes solistas de Biagio Marini); en Francia se construyó ya a comienzos del Barroco, un cornetto contrabajo llamado serpentón por su forma en usado todavía por Rossini (Sitio de Corinto), Wagner (Rienzi) y Verdi (Vísperas sicilianas), pero fue pronto desplazado por el oficleido que es el antepasado rudimentario de la tuba baja que Berlioz y Mendelssohn introdujeron en la orquesta, destinada comúnmente desde entonces a servir como bajo de los metales. El tipo de corno sin orificios era el corno de señales o bien el corno de caza, construido en latón (llamado también «trompa de caza»») de forma
bien característica cuyo tubo cónico estaba enrollado en círculo. (Existían muchos ejemplares; sólo en la colección de Enrique VIII de Inglaterra se cuentan veintiún). Rattalino recuerda con cierto humorismo que el corno se ha convertido ahora en un instrumento decorativo y hasta en señal caminera (que indica el paso de los coches en los caminos de montaña) demostrando que ha conservado ciertos atributos igualmente populares, como lo muestra por ejemplo el corno de postillón» que Mozart introduce en su Serenata K. 320 y Mahler, en su Tercera Sinfonía (tercer movimiento titulado *Qué me dicen los animales del
bosque»), o bien la numerosa familia de los cornos de caza presentes en las bandas, sobre todo en sus registros medio y bajo, comúnmente llamados bombardino y bombardón.
Los cornos más antiguos sólo daban una nota o dos, por ello las sucesiones de los sonidos de cualquier melodía eran compartidas entre varios instrumentos regulados según una especie de alfabeto Morse» (Karstadt); en cambio los cornos en forma circular con el tubo enrollado varias veces y terminado en una campana, podían obtener diversas notas de la escala natural. Estos fueron empleados ya en los siglos XV y XVI bajo la denominación de cornos de raza? y aparecen por primera vez en conjuntos orquestales para las óperas de L. Rossi (Herminia, 1637) y de Cavalli (La boda de Tetis y Peleo, 1639) en tanto que la *trompe de chasse» descrita por Mersenne en 1645 debía integrar en forma estable la orquesta de Lully (a partir de su Ópera La princesse d’ Elide, de 1664) adquiriendo un lugar definitivo con Campra.


